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De las aceitunas al aceite de oliva

La producción de aceite de oliva se ha mantenido prácticamente sin cambios durante siglos y se lleva a cabo exclusivamente mediante procesos mecánicos y no químicos. Las aceitunas maduras o a punto de madurar se muelen inmediatamente después de la cosecha en otoño con sus semillas. El aceite de oliva se separa de la piel restante, la pulpa y el núcleo mediante la presión o la centrifugación. Por lo tanto, es necesario que las aceitunas se transporten a la almazara el mismo día y se procesen al día siguiente a más tardar. El aceite de oliva virgen extra (AOVE) está considerado un alimento de larga vida útil. Sin embargo, durante el almacenamiento el AOVE sufre varios cambios compositivos que reducen su calidad. Si las aceitunas se almacenan durante demasiado tiempo entre la cosecha y el prensado, comienzan los procesos de fermentación no deseados; y como consecuencia, las aceitunas pierden rápidamente su aroma fresco y crujiente, y se degrada así la calidad del aceite de oliva final.

Remoción de partículas

 

La eliminación de otras partículas también es esencial para la apariencia y el color finales del aceite. El aceite extraído de la pasta de oliva contiene tejido vegetal, lo que lo hace naturalmente turbio. La turbidez puede deteriorar la calidad al favorecer la oxidación del aceite de oliva. La oxidación no sólo afecta la apariencia sino que también produce el desarrollo de olores y sabores rancios. lo que puede disminuir la calidad nutricional y la seguridad de los aceites, así como reducir la vida útil. La eliminación de partículas y una mayor vida útil se pueden lograr con soluciones de filtración específicas que cumplan con los niveles de calidad esperados del aceite de oliva. 

 

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